![[TELL MAGAZINE] Abrir Caminos](https://cdnx.jumpseller.com/bauaccesibilidad/image/3668568/Captura_de_pantalla_2018-06-10_16.29.52.png?1528662870)
Por María Jesús Sáinz N. / Fotografías Andrea Barceló A para Tell Magazine
Cuando Andrea Boudeguer estaba en la escuela de arquitectura le llamaba la atención que le enseñaran a proyectar espacios para “hombres perfectos”, de metro ochenta, espigados, que ingresaban a los edificios caminando, subían escaleras y se desenvolvían en ellos con total comodidad. Entonces, comenzó a preguntarse qué pasaba con el doce por ciento de la población que, en ese entonces, tenía alguna discapacidad. Resolver esa pregunta terminó por convertirse en su ocupación.
En tanto, Nicolás Li Calzi, en Uruguay, hacía un camino similar. A pesar de no haber vivido la discapacidad en primera persona ni tenido el testimonio de algún familiar directo, al igual que Andrea, decidió investigar y trabajar en soluciones que generaran arquitectura de inclusión. Se conocieron, se asociaron y empezaron juntos una empresa con certificación B, que entrega soluciones a través de auditorías, asesorías y productos.
Al principio no era fácil, reconoce Andrea. “Ibas a las empresas y te decían, cuando sea ley, vuelve. Y cuando hablabas de accesibilidad universal, nadie conocía el término. Costó literalmente diez años que los medios escritos lo usaran y se normalizara. Hoy día tú le dices a una persona accesibilidad universal y sabe de qué estás hablando”.
¿Y de qué estamos hablando?
La definición es la condición que deben tener los entornos, procesos, productos y servicios para que sean comprensibles y utilizables para las personas. Es decir, no hacemos espacios para personas con discapacidad, sino para todas las personas, incorporando a los discapacitados. Esa es la idea.
LEY DE INCLUSIÓN
Han sido dos las leyes que han ayudado a que Chile vaya avanzando en generar espacios de inclusión. La primera, en 2010, vino a regular la accesibilidad de edificios de uso público y privado, sin embargo, no fue sino hasta la ley de inclusión laboral, que comenzó a regir este año, y que obliga a las empresas con cien o más trabajadores a contratar el uno por ciento de personas con discapacidad, que las organizaciones realmente comenzaron a ocuparse del tema.
“La ley anterior llegaba hasta los lugares de trabajo y la ley de inclusión laboral podríamos decir que entra en ellos. Antes se trataba de adaptar todos los espacios comunes, el acceso y el entorno. Ahora, por la imposición de tener personas con discapacidad trabajando en las empresas, hay que ingresar y adaptar los puestos de trabajo a sus necesidades”, explica Nicolás.
¿Qué requerimientos significa eso en concreto?
Significa que el lugar donde la persona realiza la acción, esté adaptado. Muchas veces hay que modificar las mesas, los computadores, las máquinas, los baños, el ancho de las puertas, en fin, todo lo que permite que se mueva y trabaje sin impedimentos.
¿Y cuál ha sido, en general, la disposición de las empresas?
En primera instancia, sucede el frenesí. Las empresas se acercan a decirte que para poder cumplir con la norma, precisan lo básico, lo mínimo. Sin embargo, cuando uno logra empoderar al cliente y lo ayuda a mirar más allá, empieza a cambiar un poco el enfoque.
¿Cómo?
En algunas empresas piensan: si tengo trescientas personas, entonces preciso tres en situación de discapacidad, y buscan que puedan adaptarse a los cargos ya establecidos, o sea, no importa la competencia. Todavía están en etapa de cumplir con el número. Sin embargo, también hay empresas que vienen con el requerimiento claro y específico, que generalmente son las que tienen políticas de inclusión, de ir más allá de la norma.
Para Andrea, esto ha sido un proceso. “Nosotros vemos que las empresas están empezando a identificar que esta es una tremenda oportunidad de diferenciarse del resto, porque tener inclusión va de la mano con la no discriminación, la sustentabilidad, la capacitación, la habilitación de infraestructura, entonces también te puedes diferenciar de tu competencia”.
IMPACTO SOCIAL
En la práctica, todas las obras construidas en Chile entre 1995 y 2010, se tienen que adaptar, y todas las obras posteriores a 2016 deben ser ciento por ciento accesibles. La idea de Bau Accesibilidad es dar la asesoría de manera que cumplir con el requerimiento no sea simplemente llenar los edificios de rampas, sino dar acceso de manera eficiente, armónica y que el resultado sea respetuoso y agradable a la vista.
Después de quince años haciendo asesorías se dieron cuenta de que una vez que entregaban sus sugerencias, los clientes se veían en el problema de cómo implementarlas y comenzaban a buscar productos en otros países. Por esta razón, hoy ellos mismos dan la alternativa de cotizar a través de su página web más de ochenta productos de trece proveedores diferentes, como pisos podotáctiles, rampas, señalizaciones en sistema braille, sillas de evacuación o tratamientos antideslizantes para el pavimento.
“Nosotros somos empresa B porque buscamos con este tema tener un impacto social. A nosotros no nos interesa asesorar el proyecto por asesorarlo y cumplir con el mínimo. Queremos cumplir con más. No nos interesa vender un producto y limpiarnos las manos y decir ustedes instálenlo como quieran. Nosotros queremos que cada intervención que hacemos reduzca efectivamente la brecha”, explica Andrea.
¿Qué pasa cuando se encuentran con proyectos que no están generando impacto social?
Si identificamos un proyecto que no es accesible, nosotros lo informamos. Si bien las personas con discapacidad no son nuestros clientes, son nuestros beneficiarios, nuestro usuario final, y con ellos está nuestro compromiso.
A pesar de que consideran que, en general, en Chile estamos en una etapa de transición hacia la accesibilidad universal, y que nuestros edificios y espacios públicos están recién en “diagnóstico o implementación”, los avances son mayores que en los países vecinos. Ejemplos como la accesibilidad al Metro de Santiago son observados por otros países del continente y las nuevas normas que se han incorporado, y que están forzando un avance en el tema, hacen de Chile un país líder a la hora de aportar al mundo.
“Todavía estamos recibiendo a los que quieren cumplir con la norma a marzo de 2019 o que están recién empezando a trabajar, por el tema de la ley de cuotas, con personas con discapacidad, pero también trabajamos con empresas que, más allá de la norma, quieren hacerlo bien”, dice Nicolás Li Calzi.
Actualmente BAU Accesibilidad ofrece la alternativa de cotizar a través de su página web más de ochenta productos de trece proveedores diferentes, como pisos podotáctiles, rampas, señalizaciones, sillas de evacuación o tratamiento antideslizante para el pavimento.
“A nosotros no nos interesa asesorar el proyecto por asesorarlo y cumplir con el mínimo. Queremos cumplir con más… Nosotros queremos que cada intervención que hacemos reduzca efectivamente la brecha”, explica Andrea Boudeguer